Hablando en términos fotográficos, el periodo estival en Escandinavia nos ofrece unas excelentes condiciones para capturar paisajes con días muy largos y una luz solar muy suave y continuamente cerca del horizonte, sobre todo, más al norte del Círculo Polar Ártico. Se produce mucho contraste entre claros y oscuros y debido a los fuertes vientos podemos encontrar cielos despejados o cubierto de negros nubarrones que al momento vuelven a desaparecer, pero si permanecemos atentos ya nos ha dejado para deleite de observación haces de luces que iluminan puntualmente la tierra o se cuelan entre la densidad del bosque. Así nos encontramos ante un panorama de colores predominantes como los verdes intensos de prados y bosques, azules de lagos y fiordos, el plateado de ríos y cascadas, y como telón de fondo glaciares y azules montañas. Un territorio perfecto para la fotografía de paisaje en una atmósfera serena, que sumando la baja densidad de población se facilita la composición de imágenes limpias, sin elementos que distraigan de lo que se mira, ve y observa.